HISTORIA DE LA IGLESIA EN LA EDAD MEDIA
HISTORIA DE LA IGLESIA SIGLOS VIII
AL XV
Por José Uriel Patiño p.p 129-133
Los mendicantes
Hacia el siglo
XIII en la sociedad europea
todo cambiaba y la progresiva riqueza creó un ámbito de materialismo al cual los movimientos paupertistas se opusieron; algunos de estos movimientos llegaron a
la herejía, otros dieron origen
a las órdenes mendicantes que nacieron en este contexto: franciscanos,
dominicos, carmelitas y agustinos, casi todas dedicadas
a la predicación. Inocencio III se empeñó desde el comienzo de su pontificado en renovar la vida monástica
de la Iglesia, ya que las abadías
benedictinas se encontraban en crisis económica y religiosa, lo mismo que las
órdenes reformadas del siglo XII:
cistercienses y canónigos regulares; por eso las órdenes mendicantes pueden ser vistas como un aspecto de la reforma eclesial propuesta por Inocencio
III.
Entre las características de los mendicantes: pobreza individual y colectiva, actividad pastoral y no estabilidad monacal, gobierno
central, formación metodológica y
teológica, y la creación de una tercera orden de laicos que colaboraban en el ministerio.
El mérito consistió
en hacer propia la idea de
una vida simplemente evangélica en Europa, compatible con la sumisión al pontificado, y transformar la práctica pastoral porque los nuevos monjes iban al encuentro del hombre para persuadirlo, por esto los templos de los mendicantes eran espacios donde los ciudadanos se podían reunir
y a veces se daban predicaciones públicas; de ahí que los conventos sean típicos de las ciudades
medievales. Además, desarrollaron la filosofía
y la teología impulsando la piedad cristiana
al punto que los franciscanos
cambiaron la idea de cruzada en la práctica
del vía crucis. De estos años data
el conocido dístico: Benedicto prefirió
los montes, Bernardo los valles, Francisco las ciudades pequeñas y Domingo las grandes.
Finalmente, “mientras los cluniacenses,
los cistercienses y los premonstratenses
habían respondido a la sociedad
feudal sobre todo en el mundo agrícola, y las
órdenes de caballería habían
tratado de asumir una tarea
semejante en la coyuntura excepcional de las cruzadas,
las órdenes mendicantes tuvieron que
responder a los retos anteriores y
además a otras dos necesidades que empezaban a plantearse: la predicación
y el testimonio religioso en el mundo urbano y la predicación
y el testimonio religioso frente a las primeras herejías del mundo
medieval”158.
Dominicos
Domingo de Guzmán nació en Caleruega
hacia 1170 y murió el 6 de agosto de 1221 en Bolonia; fue canónigo de
Osma y siguió a su obispo Diego
de Osma en la predicación contra los albigenses hacia 1205.
En 1207 Diego regresó a Osma y Domingo siguió adelante con lo cual se llega a la primera
fase de la creación de los dominicos al fundar una casa para convertidos en
Proville (1207) que después terminó siendo un convento femenino. La segunda etapa se desarrolla desde esta fecha hasta el IV concilio de Letrán (1216): la mayoría
de los primeros compañeros de Domingo era de Tolosa, cuyo obispo había
confirmado la fundación; el obispo de Tolosa y Domingo asistieron al concilio e Inocencio les concedió
la aprobación después de que Domingo optó por la Regla de san Agustín.
Después vino la tercera fase entre 1216 y 1217 Domingo regresó a
Roma y obtuvo de Honorio III dos bulas que confirmaron la orden enfatizando que el monasterio de Tolosa era para predicadores itinerantes, por ello Domingo envió a sus compañeros dejando algunos pocos en Tolosa; en Roma les fueron
concedidos los templos San Sixto y Santa Sabina, que desde entonces conforman la sede del maestro general. Los primeros capítulos
generales celebrados en Bolonia
entre 1220 y 1221 son importantes por las
constituciones.
Las ideas que animan el carisma dominico son: la vida evangélica
y la predicación apostólica a
lo cual todo se debe someter, de aquí el estudio, la
pobreza, la oración y la vida común. Por el estudio
atrajo a los universitarios de aquel entonces a quienes impulsaba
a que se mantuvieran al tanto de las
corrientes del momento; de ahí que todo deba ser sometido al estudio y
el apostolado. La pobreza era vista como
el medio eficaz para remediar la situación de la Iglesia pero sin llegar
al radicalismo franciscano.
La intención de santo Domingo era renovar la predicación de la doctrina de la fe
partiendo de la teología y por ello sus compañeros venían de las
universidades como su sucesor, el beato Jordán de Sajonia (1222-1237) que había estudiado en
París y luego Raimundo de
Peñafort (1238-1240). También venían
vocaciones de los dirigentes de la burguesía. Como la constitución recalcaba
pobreza, ayuno, abstinencia, penitencia y elementos tomados de la vida mendicante
de los cistercienses, Gregorio IX e Inocencio IV colmaron de privilegios a la orden y se valieron de
ella para la organización de la inquisición.
De una cofradía de laicos de la milicia de Cristo
nació la orden tercera.
Franciscanos
En relación a las fuentes se distingue entre
los escritos de Francisco y los escritos franciscanos. Los escritos de Francisco se pueden clasificar, de acuerdo al género literario, en: reglas y admoniciones, cartas
y oraciones e himnos. Existen dos reglas: la no bulada de 1221 que si bien no fue aprobada por la santa Sede es importante para entender el desarrollo del movimiento franciscano
entre 1210 y 1221; y la bulada de 1223 con lo
cual Honorio III aprobó la orden franciscana, esta regla es tenida
por los estudiosos como una
obra de equipo. El testamento de
1226 es un texto discutido.
Las biografías sobre Francisco son de
dos tipos: las oficiales y las no
oficiales. Las oficiales nacieron por voluntad del Papa o del gobierno de la orden;
entre ellas están: las dos biografías
escritas por Tomás de Celano, una con motivo de la canonización de san Francisco (1228-1229)
y la otra por orden del capítulo general de 1244 (1246-1247), la primera
presenta a Francisco en su realidad concreta,
la segunda
hace de Francisco un mito porque
es una visión hagiográfica; las dos biografías
escritas por san
Buenaventura, una es la Leyenda Mayor (1260-1262) escrita en París cuando la tensión entre los espirituales y la comunidad amenazaba con destruir la
unidad, la otra es
la
Leyenda Menor que es
una abreviación de la Mayor
con el fin de leerla en el oficio divino. Estas dos biografías
exasperan el tema hagiográfico, que
fue reforzado cuando el capítulo general de
1266 ordenó la destrucción de las vidas
anteriores exceptuando las biografías escritas por san Buenaventura. Debido
a esta orden se puede hablar de
biografías no oficiales en cuanto que algunas
de las biografías anteriores siguieron con vida; entre éstas: Leyenda
de los tres socios que ha dado origen a
varias discusiones franciscanas y Recopilación
de Asís, una serie de episodios,
conocida como Leyenda Antigua.
Otro tema
importante y espinoso es la conversión de Francisco; al respecto hay dos
teorías. De acuerdo al testamento, su conversión comenzó con su experiencia en
medio de los leprosos. Frente a esta
teoría se habla de un proceso realizado entre 1204 y 1208 cuando
Francisco entró en la Porciúncula y
escuchó el texto de Mateo 10,1-13 que
entendió como un programa de vida por
lo cual se despojó de su hábito eremítico; en el transcurso de
estos años Francisco tuvo varias visiones. Estas teorías dan a entender que
Francisco puede ser modelado de acuerdo a los tiempos.
En relación al ideal franciscano y su posible
fallo, se presentan dos actitudes. La primera: en el fondo el ideal solamente
lo podía vivir como lo entendía Francisco y ningún otro por lo cual es normal que los sucesores
hayan hecho modificaciones, de hecho Francisco sólo quería
un movimiento religioso
para presentar y predicar el evangelio
desde la pobreza concreta;
la santa Sede quiso canalizar este movimiento
y terminó fundando una orden
nueva. La segunda: parte con la bula de Gregorio
IX (28 de septiembre de 1230), que le
quitó al testamento de
Francisco la fuerza que el santo exigió a sus religiosos frente a la pobreza
permitiendo que los franciscanos pudieran usar los bienes
que les regalaban o iban consiguiendo; esta bula se
convirtió en el punto de partida de la división al interior del franciscanismo: los espirituales, fieles al ideal de
Francisco, se identificaban con el Cristo sufriente y hacían de la pobreza la clave de su lucha incluso
contra la orden y los Papas;
los conventuales, más
orientados hacia el apostolado, el estudio, las
parroquias y las universidades y con gran cultura, aceptaron sin mayores oposiciones, la bula gregoriana.
La pregunta sigue en pie en
torno a quien tiene la razón en relación a la vivencia del ideal franciscano, si los espirituales o los conventuales. Los primeros, por fidelidad a las raíces
rechazaron la Iglesia; los segundos,
aceptaron la Iglesia pero los orígenes
quedaron muy atrás.
Patiño, U. (s.f.). Historia de la Iglesia siglos VIII al XV. Tomo II.
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